Salgo del hotel poco antes de las seis de la
tarde, me dirijo a la estación de autocares, para coger el que va a La Habana,
tiene su salida dentro de poco, y aunque el hotel esté cerca, tengo que darme
prisa para llegar a tiempo, llevo la americana en la mano, porque aquí, en
Santiago de Cuba, a esta hora de la tarde hace mucho calor.
Me llamo Mario y después de visitar bastantes
países exóticos, como Nepal, Islas Seychelles y las Islas Fiji, Cuba me ha encantado,
sus playas caribeñas son impresionantes y su gente maravillosa.
Salimos de Santiago, el autocar va bastante
lleno, en unas dos horas entramos a Bayamo, paramos unos minutos y continuamos
el viaje. Sobre las diez de la noche llegamos a Holguín, en esta ciudad tenemos
una hora para cenar y estirar las piernas.
La base de autocares de la ciudad, está en la
carretera Central, pregunto donde podría cenar, me dicen que a unos doscientos
metros está el Hostal El Balcón, me dirijo hacia allí. Después de cenar vuelvo
a la base de autocares, quedan unos minutos para que salga, y aprovecho para
entrar en una tienda de regalos. Dentro recorro los pasillos y en uno de ellos
me cruzo con una chica joven, alta de piel morena, pelo largo negro y ojos
castaños, va vestida con un top rosa, minifalda negra y zapatos de tacón.
Compro unas cositas, y ya casi es la hora de que salga el autocar, subo y me
quedo en una de las filas traseras que
estaban vacías, mucha gente se había bajado en esta ciudad, a los pocos segundos,
llegó la chica que me había cruzado en la tienda, y se sentó en los asientos
del otro lado de la fila que estaba yo.
Aproximadamente a medianoche, el conductor
apagó las luces interiores del autocar, y los viajeros se prepararon para
dormir, la chica morena cogió su mochila y sacó una manta para taparse, y yo me
acomodé en el asiento para dormir.
Me desperté tiritando, miré el reloj y al ver
que sólo había pasado una hora, di un grito de enfado, al escucharlo se
despertó la chica, me miró y al verme con la cara de frío que tenía, me dijo
que al poner el aire acondicionado en el autocar, aunque lo bajen de
temperatura por la noche, te tienes que tapar para dormir, le dije que no tenía
nada para taparme, y levantándose me cogió de la mano, y nos fuimos al fondo
del autocar al último asiento que es más ancho, nos estiramos los dos, uno al
lado del otro, y nos tapamos con su manta.
Tenía su cara a pocos centímetros de la mía,
le pregunté cómo se llamaba y me dijo Martina, se le fueron cerrando sus
bonitos ojos, yo sentía sus brazos calientes rozando mi piel helada, pasé mis
dedos por sus muslos, los tenía suaves, fui subiendo hacia su entrepierna, le
separé las bragas y con el dedo pulgar le empecé a acariciar el clítoris,
Martina medio dormida empezó a gemir de gusto, yo ya tenía mi polla muy dura,
formando un gran bulto en mi pantalón. Empecé a meter mis dedos en su ardiente
vagina, y se mojaron con sus jugos. Martina abrió los ojos, y yo acerqué mis
labios a los suyos, ella abrió la boca y comenzó a rozar su lengua llena de
dulce saliva a mis labios, poco a poco la fue metiendo en mi boca, y yo
moviendo la mía, se fue enroscando con la de ella y nuestras bocas se
retorcieron en un fantástico beso.
Después, Martina, bajándome los pantalones, me
cogió la polla y metiendo su cabeza por debajo de la manta, se la acercó a la
boca chupándola, y al mismo tiempo meneándola con la mano, yo le subí el top y
empecé a jugar con sus tetas, le metí los dedos en su coño, y como se estaba
poniendo de caliente Martina, sus gemidos de ansiedad fueron subiendo, entonces
me la senté encima y le metí toda la polla, follándola con fuerza, ella empezó
a chillar cada vez más fuerte y le tuve que tapar la boca con mis labios, para
que no despertara a todo el autocar.
La seguía follando, subía y bajaba sobre mi
polla sin parar, entonces Martina se levantó y poniéndose de rodillas sobre el
asiento, apoyó sus manos en la ventanilla y me ofreció su culo, yo la cogí por
las caderas y se la metí, follándola con delicadeza, ella seguía gozando y
moviéndose acompasadamente conmigo. Entre la penumbra del autocar y la poca luz
que entraba, veía reflejadas en el cristal de la ventanilla sus tetas
moviéndose y su cara llena de placer.
Tras largos minutos disfrutando los dos, no
podía aguantar más y me iba a correr, entonces se la saqué. Martina se dio la
vuelta, y cogiéndome la polla con las dos manos se la acercó a su boca, con la
lengua empezó a lamerme el glande y la pasó varias veces de arriba abajo y
acabó metiéndosela toda en la boca y sin soltármela se la metía y la sacaba
como si la follara. Al rato se tumbó boca arriba, espatarrada, se la volvió a
meter en el coño, los dos nos movíamos y gemíamos de placer como posesos, para
que no se despertara nadie y nos vieran en semejante polvo, Martina cogió la
manta del suelo, y la puso por encima para taparnos a los dos, seguimos hasta
que ella se convulsionó varias veces en un orgasmo sin fin, yo aceleré mis
embestidas y metiéndosela profundamente varias veces me corrí, me quedé quieto
como si quisiera quedarme dentro de ella para siempre. Abrazados besándonos y
acariciándonos, nos fuimos quedando dormidos.
Abrí los ojos y me estaban dando los rayos del
sol en la cara, estaba tumbado desnudo en el asiento del fondo, cogí mi ropa,
que la tenía esparcida por el suelo y me vestí, después busqué a Martina por el
autocar, pero no estaba, debió de bajar en algún pueblo de los que pasábamos en
el viaje, no sé si fue un sueño, pero lo único que me quedó de recuerdo de
Martina, fue la manta en que estuvimos durmiendo los dos.
Col·laboració de Nerus
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