Es un día como otro de trabajo, estoy en casa saliendo de la ducha y tengo preparada la ropa para vestirme, sujetador y tanga lilas, medias negras con liguero, blusa rosa oscuro con botones, traje chaqueta gris marengo, con la falda ligeramente por encima de la rodilla y zapatos negros de tacón alto.
Hoy antes de ir al despacho tengo que pasar
por la gestoría, a recoger unos documentos de un cliente que se tienen que
tramitar con urgencia, para tenerlos listos, pues el juicio es mañana.
Entro en la gestoría y me dirijo al despacho,
donde me guardan los documentos que tengo que recoger. En la entrada he visto a
un chico joven, que estaba comentando a la chica de recepción, que tenía un problema
y si conocía algún gabinete de abogados, para poder consultar sobre el tema. El
chico es alto, vestido con ropa moderna, pantalón tejano, camiseta marrón
entallada y zapatos deportivos. Al salir de recoger mis documentos, me presenté,
le dije que era abogada y que me dirigía al despacho, y que si no tenía nada
que hacer en ese momento, me podía acompañar y explicarme su problema.
Fuimos andando, pues el despacho está apenas a
dos manzanas, en el trayecto me dijo que se llamaba Quique y que el asunto que
quería consultar era familiar. Llegamos y subimos a la tercera planta, en el
ascensor lo pude observar más de cerca, era muy guapo, resaltaban mucho sus
ojos verdes, y el bulto que se le marcaba en la bragueta de los tejanos.
Salimos del ascensor, abrí la puerta y él entro
detrás de mí, me giré y lo besé ligera pero cálidamente en la comisura de los
labios, Quique me cogió por la cintura y acercándome me dio una fantástica
morreada, metiendo y sacando su lengua en mi boca. Nos acercamos a la mesa del
despacho, puse mi cartera y saqué todo lo que había encima, tirándolo al suelo,
empujándolo hice que se sentara en la mesa, y lo seguí besando en la boca, al
mismo tiempo empecé a masajear el paquete, que lo que contenía dentro, por
momentos parecía que iba a romper la cremallera de la bragueta, se la bajé para
liberar la polla de semejante presión, y ¡madre mía!, qué tamaño tenía el
miembro del muchacho, Quique al escuchar mi exclamación, me dijo que le medía
más de veinticinco centímetros, y además tenía un grosor inusual, coronada por
un capullo extremadamente grande, que al verla en erección la hacía más
apetitosa, me lancé a comérmela pero a duras penas pasé de meterme en la boca,
poco más de la punta, le lamí todo el contorno del capullo, fui bajando hasta
los huevos y subiendo nuevamente, metiéndomela todo lo que podía en la boca,
chupando y lamiendo cada vez que la sacaba, mientras él se sacó la camiseta y
yo le acabé de sacar los pantalones y los zapatos, yo delante de él me desnudé,
quedándome sólo con las medias y los zapatos.
Nos estiramos encima de la mesa, haciendo un
sesenta y nueve, él metió su lengua en mi coño y con el dedo me empezó a
acariciar el clítoris, lo hacía con tal maestría que me estaba llevando al límite
del placer, yo le seguía masajeando los huevos, con la polla metida todo lo que
podía en la boca. Teniendo en cuenta el tamaño del miembro de Quique, cogí la cartera y saqué un bote de
vaselina, y empecé a untarle por todo lo largo, especialmente en el capullo, y
al mismo tiempo al lamerlo le iba dejando toda la saliva que podía, él seguía a
lo suyo con mi coño, me estaba poniendo calentísima, no aguantaba más y tuve un
orgasmo, que no podía controlar las contracciones de gusto de mi vagina, y sin
poder evitarlo me meé en su boca, me fue pasando, y me puse de pie, Quique viéndome
desde abajo y por detrás, exclamó ¡guay vaya culo!, entonces me unté un dedo de
vaselina y me lo metí en el culo, me agaché y puse la punta de la polla en la
entrada, apreté hacía abajo, pero debido a su grosor no entraba, la unté de
nuevo a lo largo y sobre todo la punta, y me la volví a colocar empujando hacía
dentro, con dificultad pero iba entrando, una vez pasado el capullo, se hundió toda
en el culo, ¡qué gusto tener todo aquello dentro!, mientras entraba y salía de
mi agujero posterior, Quique me metió dos dedos en el coño y con los otros me
acariciaba y apretaba el clítoris, en
pocos minutos me vino un orgasmo apoteósico, me salió un chorro de pis que dejó
un charco en el suelo, al mismo tiempo Quique se corrió, dando un chillido de
¡me viene!, echó tanta leche que salió por los lados del agujero de mi culo, y
resbalando por sus muslos fue cayendo en la mesa. No sé cuánto tiempo quedé
encima de él con su miembro clavado en mí, cuando reaccioné, Quique me estaba
acariciando las tetas y dándome besitos en el cuello.
Me la saqué del culo, y después del polvo que
me había proporcionado estaba más pequeña, la cogí y empecé a mamársela
metiéndomela toda en la boca, en un par de minutos se le puso tiesa y dura como
un palo, me puse a cuatro patas encima de la mesa, y le dije fóllame por
detrás, él se arrodilló y cogiéndome por las caderas, me la fue metiendo
suavemente por el coño, al rato ya entraba hasta los huevos, moviéndola sin
sacarla mucho para que notara todo su grosor, después de varios vaivenes la
sacó y me la metió por el culo, que después de un par de embestidas entró
también toda entera, no sé durante cuanto tiempo fue alternando los dos
agujeros, pero yo me estaba derritiendo de placer, de cada golpe de riñones que
daba Quique, se me caía la baba del gusto, me estaba follando de manera tan
brutal, que me la hundía toda en el coño y me la sacaba casi toda, volviendo
otra vez a hundirla entera, de pronto me dio una embestida mucho más fuerte, y
apretándome los huevos contra el culo, soltó toda la leche en el fondo de mi
vagina, al mismo tiempo yo me corrí, metiendo y sacando la polla y meándome sin
control, estuvimos mucho tiempo dando gritos y gemidos de placer. Al bajarnos
de la mesa quedaron encima los restos del semen de Quique mezclados con la gran
corrida y meada que yo había tenido, por la tremenda cogida, que me había dado,
con su espectacular polla.
Nos vestimos y quedamos para otro día, en
hablar con más tranquilidad del problema familiar que tenía, nos despedimos y
cerré la puerta del despacho.
Me suena el móvil, es mi socio de gabinete, me
pregunta si tengo que ir a la gestoría, y si le podría pedir unos papeles que
necesita, yo le digo que me estoy acabando de vestir, y que precisamente tengo
que pasar a recoger unos documentos para un cliente.
Col·laboració de Nerus
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