divendres, 5 d’abril del 2013

Sensaciones 5


Es un día como otro de trabajo, estoy en casa saliendo de la ducha y tengo preparada la ropa para vestirme, sujetador y tanga lilas, medias negras con liguero, blusa rosa oscuro con botones, traje chaqueta gris marengo, con la falda ligeramente por encima de la rodilla y zapatos negros de tacón alto.

Hoy antes de ir al despacho tengo que pasar por la gestoría, a recoger unos documentos de un cliente que se tienen que tramitar con urgencia, para tenerlos listos, pues el juicio es mañana.

Entro en la gestoría y me dirijo al despacho, donde me guardan los documentos que tengo que recoger. En la entrada he visto a un chico joven, que estaba comentando a la chica de recepción, que tenía un problema y si conocía algún gabinete de abogados, para poder consultar sobre el tema. El chico es alto, vestido con ropa moderna, pantalón tejano, camiseta marrón entallada y zapatos deportivos. Al salir de recoger mis documentos, me presenté, le dije que era abogada y que me dirigía al despacho, y que si no tenía nada que hacer en ese momento, me podía acompañar y explicarme su problema.

Fuimos andando, pues el despacho está apenas a dos manzanas, en el trayecto me dijo que se llamaba Quique y que el asunto que quería consultar era familiar. Llegamos y subimos a la tercera planta, en el ascensor lo pude observar más de cerca, era muy guapo, resaltaban mucho sus ojos verdes, y el bulto que se le marcaba en la bragueta de los tejanos.

Salimos del ascensor, abrí la puerta y él entro detrás de mí, me giré y lo besé ligera pero cálidamente en la comisura de los labios, Quique me cogió por la cintura y acercándome me dio una fantástica morreada, metiendo y sacando su lengua en mi boca. Nos acercamos a la mesa del despacho, puse mi cartera y saqué todo lo que había encima, tirándolo al suelo, empujándolo hice que se sentara en la mesa, y lo seguí besando en la boca, al mismo tiempo empecé a masajear el paquete, que lo que contenía dentro, por momentos parecía que iba a romper la cremallera de la bragueta, se la bajé para liberar la polla de semejante presión, y ¡madre mía!, qué tamaño tenía el miembro del muchacho, Quique al escuchar mi exclamación, me dijo que le medía más de veinticinco centímetros, y además tenía un grosor inusual, coronada por un capullo extremadamente grande, que al verla en erección la hacía más apetitosa, me lancé a comérmela pero a duras penas pasé de meterme en la boca, poco más de la punta, le lamí todo el contorno del capullo, fui bajando hasta los huevos y subiendo nuevamente, metiéndomela todo lo que podía en la boca, chupando y lamiendo cada vez que la sacaba, mientras él se sacó la camiseta y yo le acabé de sacar los pantalones y los zapatos, yo delante de él me desnudé, quedándome sólo con las medias y los zapatos.

Nos estiramos encima de la mesa, haciendo un sesenta y nueve, él metió su lengua en mi coño y con el dedo me empezó a acariciar el clítoris, lo hacía con tal maestría que me estaba llevando al límite del placer, yo le seguía masajeando los huevos, con la polla metida todo lo que podía en la boca. Teniendo en cuenta el tamaño del miembro de  Quique, cogí la cartera y saqué un bote de vaselina, y empecé a untarle por todo lo largo, especialmente en el capullo, y al mismo tiempo al lamerlo le iba dejando toda la saliva que podía, él seguía a lo suyo con mi coño, me estaba poniendo calentísima, no aguantaba más y tuve un orgasmo, que no podía controlar las contracciones de gusto de mi vagina, y sin poder evitarlo me meé en su boca, me fue pasando, y me puse de pie, Quique viéndome desde abajo y por detrás, exclamó ¡guay vaya culo!, entonces me unté un dedo de vaselina y me lo metí en el culo, me agaché y puse la punta de la polla en la entrada, apreté hacía abajo, pero debido a su grosor no entraba, la unté de nuevo a lo largo y sobre todo la punta, y me la volví a colocar empujando hacía dentro, con dificultad pero iba entrando, una vez pasado el capullo, se hundió toda en el culo, ¡qué gusto tener todo aquello dentro!, mientras entraba y salía de mi agujero posterior, Quique me metió dos dedos en el coño y con los otros me acariciaba  y apretaba el clítoris, en pocos minutos me vino un orgasmo apoteósico, me salió un chorro de pis que dejó un charco en el suelo, al mismo tiempo Quique se corrió, dando un chillido de ¡me viene!, echó tanta leche que salió por los lados del agujero de mi culo, y resbalando por sus muslos fue cayendo en la mesa. No sé cuánto tiempo quedé encima de él con su miembro clavado en mí, cuando reaccioné, Quique me estaba acariciando las tetas y dándome besitos en el cuello.

Me la saqué del culo, y después del polvo que me había proporcionado estaba más pequeña, la cogí y empecé a mamársela metiéndomela toda en la boca, en un par de minutos se le puso tiesa y dura como un palo, me puse a cuatro patas encima de la mesa, y le dije fóllame por detrás, él se arrodilló y cogiéndome por las caderas, me la fue metiendo suavemente por el coño, al rato ya entraba hasta los huevos, moviéndola sin sacarla mucho para que notara todo su grosor, después de varios vaivenes la sacó y me la metió por el culo, que después de un par de embestidas entró también toda entera, no sé durante cuanto tiempo fue alternando los dos agujeros, pero yo me estaba derritiendo de placer, de cada golpe de riñones que daba Quique, se me caía la baba del gusto, me estaba follando de manera tan brutal, que me la hundía toda en el coño y me la sacaba casi toda, volviendo otra vez a hundirla entera, de pronto me dio una embestida mucho más fuerte, y apretándome los huevos contra el culo, soltó toda la leche en el fondo de mi vagina, al mismo tiempo yo me corrí, metiendo y sacando la polla y meándome sin control, estuvimos mucho tiempo dando gritos y gemidos de placer. Al bajarnos de la mesa quedaron encima los restos del semen de Quique mezclados con la gran corrida y meada que yo había tenido, por la tremenda cogida, que me había dado, con su espectacular polla.

Nos vestimos y quedamos para otro día, en hablar con más tranquilidad del problema familiar que tenía, nos despedimos y cerré la puerta del despacho.

Me suena el móvil, es mi socio de gabinete, me pregunta si tengo que ir a la gestoría, y si le podría pedir unos papeles que necesita, yo le digo que me estoy acabando de vestir, y que precisamente tengo que pasar a recoger unos documentos para un cliente.     

Col·laboració de Nerus

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